lunes, mayo 04, 2015

Los ojos vedados

Despierto siempre en el mismo desierto.
Las voces que no dicen nada aún resuenan en las paredes que alzó el viento en el último resplandor de Octubre.
Despierto perdido, atónito.
Las estrellas fundieron su brillo con el cielo y apenas si puedo mirar hacia arriba.
Despierto una y mil veces queriendo desaparecer detrás de la tormenta de arena.
El viento logra ahogar las voces pero socava las heridas, que no dejan de sangrar.

Cuando las heridas curen, finalmente habré dejado de escuchar las voces y podré fundir mi brillo con el de las estrellas.

lunes, abril 20, 2015

Las certezas del solsticio

Quisiera escuchar el sonido de las máquinas fallando, pero no puedo.
Quisiera escuchar el sonido del silencio venciendo, pero el sol me lo impide.
Muchas mañanas soporté el ahogante retumbar del murmullo y tal vez deba soportarlo muchas mañanas más.

La única certeza que aún me mantiene vivo es que el sol siempre se esconderá detrás de una nube. Así como un eco siempre se ahogará en la infinitud del abismo.

lunes, abril 13, 2015

El desierto de las chimeneas olvidadas

En una pequeña caja de cristal dejé guardadas las cuerdas que protege mi sueño.
El fuego a mi alrededor se empecina en consumir todo lo bello del mundo, dejando a su paso solo grises chimeneas de cemento.
A través del cristal veo desatarse el infierno, las llamas se consumen unas a otras y chocan contra mi pared. Olfatean el último atisbo de locura que queda y que celosamente protejo de este lado del cristal.
Afuera todo es gris, todo es real y cuento las vidas que debo esperar para abrir mi caja de cristal y dejar que el sueño se esparza por el desierto y siembre la locura.

No se si algún día me atreva a liberar mi sueño, por que sé que perderé la potestad sobre él y las llamas vendrán a convertirme en una chimenea olvidada.

lunes, abril 06, 2015

Cenizas incumplidas

La ciudad se ensombrece antes del amanecer. Las asfixiantes paredes del progreso son recuerdos patagónicos frente al denso aire que abriga a los eternos iluminados.
El sol fue asfixiado y con él se extinguieron todas las esperanzas del reparo.
La garganta seca predice el fin de las plegarias y el inicio de la procesión de las flores.
Mientras, la ciudad se niega tras un manto de preocupación y las estrellas se asfixian en la misma turbiedad en la que ahora me aventuro, más por irresponsable que por necesidad.
Ya casi no tropiezo con la gente, la ciudad fue quedando desierta desde hace cuadras y no sé si ya estoy solo o aún me acompaña el humo de los ancestros consumiéndose.

Mientras la ciudad se desvanece detrás de las cenizas antes del amanecer, me pregunto si  tal vez ya morí y el pesado humo sean los sueños incumplidos.

lunes, marzo 30, 2015

La oscuridad del amanecer

El temblor de mi cabeza entrando en razón me abstrajo de mi sueño. Una y mil veces me dije que no volvería a esperar, pero la oscuridad del amanecer me obliga caminar y vivir la eternidad de esos quince minutos antes que la bestia me cargue sobre sus hombros para llevarme al inevitable sacrificio al pie de la montaña.
La oscuridad es cada vez más asfixiante y densa.
Los quince minutos son cada vez más insoportables y perversos.
El sacrificio se vuelve lo más cercano a un sueño.
El temblor se expande hacia mis manos y mi corazón.

El despertar es inminente. 

lunes, marzo 23, 2015

Los artilugios del tiempo

Encontré escondido en lo más profundo de mi mente el artilugio que mantiene intacta mi caja de cristal: el mundano caer de un grano de arena. Con las horas se convirtió en el momento donde todo fue creado y en él resguarde el sueño de las estatuas venciéndose.
Tan simple, tan bello, tan fugaz es ese instante donde el indivisible desierto cae sobre sí que todas las lágrimas bebidas, toda la poesía escrita, todos los silencios maltratados caben allí.

En ese reloj ignorado por el tiempo encontré el mecanismo que hace al mundo parar, en ese instante me puse de pié y vi caer la ciudad.

martes, marzo 17, 2015

Desearías haber estado allá

De todas las vidas que soñé, sólo en una me tocó perder mis zapatos. Fue en una ciudad añejada por el paso de la conciencia. En su plaza central me encontré olvidado, asediado por idealizaciones de mi musa bailando en su vestido de flores de una primavera que ya casi no puedo ver por la tormenta de arena.
La plaza era la misma que me atormentaba desde la niñez, sólo que ahora estaba vacía, sus estatuas habían muerto por el olvido. La tristeza me invadió, ya que el tormento no había sido tan terrible como para dejarlas morir. Con lágrimas en los ojos me despedí de los escombros, escuchaba la razón quejándose al final de la calle, llamándome.
Me despedí y no mire atrás. Corrí hacia el final de la calle y no miré atrás, no quería afrontar la mirada de mi musa, desconcertada al verme huir de su baile de primavera marchita.

Una insoportable pared separaba un paisaje del otro, y esa mañana me encontré escuchando el sonido de los ladrillos agrietándose. Una brisa limpió la arena de mis ojos y en su soplar pude escuchar el susurro que se colaba entre las grietas, un susurro que sembró en mí una duda eterna, tal vez esta realidad es un sueño y estoy perdiendo el tiempo en tanto soñar con ella.
 
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